Desde el último descanso de las escaleras y
a través de las barandas, veo en el fondo el retorcido cuerpo sin vida de Mirna.
Su cabeza ha girado casi ciento ochenta
grados, sus piernas están deshechas y en
su extremidad superior derecha, ahora existe una nueva articulación…
El punto es que no me sorprende su muerte,
lo sorprendente es que he tenido al fin el valor de matarla…
Nuestra historia comenzó hace muchos años,
mi madre la trajo para hacerme compañía, de alguna manera pensó que sería mejor
que conviviera con ella en vez de prestarme la atención que una madre les debe
a sus hijos.
Al principio todo era emocionante, aprendíamos
todo juntos, éramos inseparables; pero sus celos eran grandes, nunca me permitió
conocer a nadie más, la situación era cada vez más absurda, entre gritos y
alborotos lograba hacer que nos quedáramos de nuevo solos, siempre era Mirna y
yo…
En las fotografías durante toda mi vida siempre estaba ahí, detrás
mio, tomándome del hombro, incluso después de que mi madre muriera.
Ahora ya cerca de mis cuarentas no soporté
más el enclaustro, debía hacer algo, Mirna debía irse para siempre…
Idee mil planes, tramas elaboradas en las
que ponía veneno en su comida o dejaba caer uno de los libreros sobre su
pequeño cuerpo; pero al final fue mas sencillo y visceral, más enfermo…
Aprovechando su ciega confianza la llamé
hacia mi y con ese paso torpe que tanto odié en los últimos años, se acercó,
acaricié sin decir nada su cabeza, la tome súbitamente y la hice girar tan rápido
como pude….Aterrado la arroje por las escaleras y la gravedad hizo el resto del
trabajo…
En el suelo mientras se retorcía en
espasmos incontrolables Mirna repitió su frase favorita… “Mirna quiere galleta,
Mirna quiere galleta…. Mirna… Mir…”
Esa maldita ave me costó mi soledad, la
relación con mi madre, años de cuidados y gastos inútiles y aun le quedaban
casi 20 años de vida.
Escúchenme y escuchen bien, nunca, le
regalen un Perico a un niño, nunca subestimen la obsesión de un ave con su amo…
Al final soy libre, ¡Te veré en el
infierno, maldita Mirna!....
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